Después de avanzar por el bosque durante un buen trecho persiguiendo la pista de la procedencia de los Skaven, Aiunin y sus elfos silvanos son sorprendidos otra vez por las ratas que aún controlaban esa región pero, aunque los ansiados refuerzos no han llegado, consiguen vencerlos y entretener a buena parte de sus contingentes mientras avanzan hacia las montañas.
Una vez allí, localizan el agujero del que proceden, lo que parece la salida al exterior de uno de los reinos Skaven.
La batalla es muy cruenta ya que las ratas son superiores en número y no tardan en mostrar sus maléficos artilugios. No obstante, Aiunin sobrevive hasta a vientos de magia desfavorables y consigue resistir el tiempo suficiente para llegar hasta la mismísima puerta del reino de las ratas gracias a la pericia de los elfos que, aunque en inferioridad, son capaces de burlar las defensas.
Aiunin consigue su objetivo, invadir la puerta y sellarla para siempre. Poco sabe que el reino Skaven discurre por dentro de las montañas y es muy basto, y tampoco sabe que en menos de lo que tarda en crecer una mariposa las ratas habrán abierto otro agujero.
Además, justo al lado del asentamiento principal elfo, las aguas corren intranquilas. Otra horda de ratas amenaza con cruzar el puente y atacar el corazón mismo del reino élfico y Aiunin, ni el ejército del norte ni tan sólo las águilas de Elba todavía no saben lo que se les cierne encima...
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